jueves, 2 de mayo de 2013

Didáctica con un enfoque musical



La educación musical en Epaña tiene un breve recorrido, por lo que su didáctica está en continuo proceso de cambio debido a los devenires sociales y a los nuevos modelos educativos. Las grandes metodologías de las que parten surgieron a comienzos del siglo XX.
            Existe una enseñanza aficionada y elemental, donde se cultiva la formación musical no con un fin profesional sino como la misma palabra lo indica; aficionado. Corresponde a Escuelas Municipales o privadas de música, en las que se ofrece una enseñanza no reglada con la finalidad de participar de la música como intérprete y auditor aficionado.
            Por otro lado, encontramos una enseñanza profesional y superior, donde se ofrece una formación musical específica con una orientación profesional: intrumentista, cantante, director, compositor, etc. Corresponde a los Conservatorios Profesionales y Superiores de Música, Canto y Danza.
            Partiendo de estas definiciones podemos deducir que en la enseñanza pública profundiza en lo elemental y básico de la música. Nada tiene que ver con las anteriores, ya que se dirige a una población muy amplia y porque supone el inicio en este tipo de enseñanza, siendo una formación musical básica diferente a la que se muestran en otros niveles.
            La autora relata el desacuerdo de un padre con la metodología usada por ella en sus clases de música para primaria. El padre alega la posibilidad y el derecho de enseñar a su hijo y a los alumnos de su clase a tocar el instrumento que más les llame la atención, pero ella se defiende evidenciando que no tiene recursos, ni tiempo ni espacio para poder llevarlo a cabo. En la escuela sólo se enseñan los primeros pasos en esta enseñanza.
            A continuación, expondré los componentes que actán en la didáctica, no entrare en detalles sobre la musical ya que, estos interrogantes son los expuestos en todos los procesos de cambio en la enseñanza para lograr un aprendizaje de calidad. Éstos componentes son: el docente o profesor, el discente o estudiante, el contexto social del aprendizaje y el currículo.
            Los interrogantes expuestos son:
v  ¿Quién y para quién? Profesores, alumnos y relación profesor-alumno.
v  ¿Por qué? Hará referencia a una justificación sobre la didáctica propuesta, resumiendo, el porque de su elección.
v  ¿Para qué? Tiene que ver con los objetivos.
v  ¿Qué? Aquí se esbozaran los contenidos y actividades.
v  ¿Cómo? Se expondrá la metodología y los recursos.
v  ¿Cuándo? Se concretará la temporalización.
La música y las artes requieren para su transmisión metodología flexibles, sensibilizadoras, personalizadas y de carácter artesanal. Sin embargo, el modelo neoliberal exige que la educación sea eficaz, es decir, de resultados concretos y evaluables. No es raro encontrarse en la actualidad que con ciertos argumentos pseudo-científicos que contribuyen a reafirmar el poder que la música posee para despertar y estimular los procesos cognoscitivos. Entre ellos, el conocido como el “efecto Mozart”, que cuenta con artículos en la revista Nature. Este “efecto” fue descrito por  la psicóloga Frances Rauscher, de la Universidad de California y el neurobiólogo Gordon Shaw de la Universidad de Wisconsin. Estos psicólogos quisieron demostrar las extraordinarias virtudes de la música de Mozart  para desarrollar las capacidades intelectuales generales en los niños. [1]
Ni los artistas ni la gente de la cultura pueden evitar hoy las  distorsiones que las relaciones de poder introducen en la dialéctica de los procesos culturales, alterando el flujo que vincula las buenas razones con las acciones necesarias para ponerlas en práctica.
Es necesario emprender con urgencia un rescate de la música y de las artes, para lo cual no podrá descartarse ningún tipo de argumentos. Para asegurar la eficacia de la educación como herramienta para el cambio y la evolución social, ésta deberá ser necesariamente renovada tanto en los aspectos generales y organizativos como en las técnicas y materiales específicos que atañen a su implementación social a través del sistema educativo, de la educación formal y no formal. Si la experiencia educativo-musical del siglo XX apuntó al mejoramiento de la educación  musical inicial, en la actualidad los mayores esfuerzos deberán dedicarse a atender los niveles anteriormente rezagados, o sea, la formación de especialistas y profesionales de la música: ejecutantes, intérpretes, directores, musicólogos, técnicos, musicoterapeutas y educadores de todas las áreas y especialidades.
En los tiempos que corren sería deseable que la música pudiera recuperar la superioridad espiritual que reconocieran en ella los pedagogos idealistas de todos los tiempos, desde Platón y Aristóteles hasta Dalcroze, Kodaly y Willem.[2]

            Es importante que los educadores o pedagogos que se preparan para desempeñarse en la gestión educativa tomen conciencia de la necesidad de intentar un cambio de actitud que permita concretar una reforma verdaderamente profunda en el sistema pedagógico. Hasta el momento, la mayor parte de los gestores que trabajan en el sistema se han concentrado en el diseño de las normas generales y el marco teórico de la reforma educativa que pretenden implementar.
En algunos casos, estos últimos proceden en contradicción con los lineamientos básicos del marco teórico previamente acordado, sin que el “generalista” (cuya función, por contrato, consiste precisamente en verificar la coherencia y articulación de las diferentes áreas) neutralice o, al menos, advierta el error. El argumento básico que estos funcionarios esgrimen  -principalmente frente a  la música- es : “yo no  conozco el tema”, “los que saben de música son los especialistas”, esto no es nada correcto y beneficioso ya que su rol consiste precisamente en asegura la unidad y la coherencia del proyecto educativo.
Los educadores que se especializan en gestión educativa deberían poseer, como los médicos, una sólida formación generalista. Un pedagogo, cualquiera sea su especialidad, necesita conocer –en forma esencial a través de la experiencia- cómo funcionan los procesos de educación artística.

Lamentablemente es común entre nosotros que los individuos que se dedican al planeamiento y la organización escolar hayan recibido una formación deficitaria que, entre otras carencias, no les ha dado la oportunidad de pasar por la experiencia artística; estas personas generalmente consideran de buen gusto y educación el inmiscuirse lo menos posible en las áreas especiales, dejando que otros -“los que saben”- se ocupen de esos asuntos. En consecuencia, los proyectos y las transformaciones educativas que propone o emprende el sistema, en su mayor parte fracasan.[3]


[2]  CARUSO, Marcelo.  La relación pedagógica moderna: cultura y política de la didáctica. Octubre de 2002; 21 páginas
[3]  BAQUERO, Ricardo.  La educabilidad como problema político. Una mirada desde la psicología educacional. Noviembre de 2003 ; 20 páginas

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